Comentario
Capítulo L
De cómo Huanca Auqui habiendo perdido otra batalla se retiró a Cusipampa e hizo la conquista de los Pacamoros
Tristísimo se retiró a Tomebamba Huanca Auqui del suceso, que tan prósperamente al principio había ido sucediendo, y que tan al revés había sido el fin y remate, todo causado de la poca orden con que quiso acometer a Atao Hualpa en el cerro, que cuando con toda la gente de su ejército lo hubiera hecho y con el concierto debido, sin duda le desbaratara y hubiera a las manos a su hermano, con lo cual quedaba concluida la guerra, y se atajaron las destrucciones, muertes, desdichas y miserias que a Huascar y a los suyos les sucedieron después y aun al mismo Huanca Auqui. De suerte se puede decir con verdad que el hierro del día de hoy y la poca estima que hizo de su contrario fue ocasión de su ruina y principio de ensalzamiento y grandeza de Atao Hualpa, el cual, contento del no esperado caso y más confiado de buena suerte y dicha, teniendo a la fortuna por favorable y amiga.
Viendo que su hermano Huanca Auqui se había retirado al pueblo de Tomebamba y allí se hacía fuerte, atajando las calles, no quiso como vigilantísimo capitán darle tiempo para que se rehiciese, antes, ordenando de nuevo su ejército, que con la nueva y no pensada victoria se había animado y tomado nuevos bríos, embistió a Huana Auqui y facilísimamente le venció, el cual, conociendo su perdición y la ventura de su hermano, se salió huyendo de Tomebamba, con lo que de su gente le quedaba, y recogió con suma presteza todas las cosas de precio que allí había puesto su padre Huaina Capac. También se trajo los pares de Mama Ocllo, con el bulto que se llamaba Tomebamba Pacha Mamá. Entonces los Cañares de Tomebamba se vinieron con aquel bulto, y ellos mismos se lo trajeron diciendo: con esto que hacemos agradaremos a Huascar Ynga nuestro señor y nos terná en mucho, y así se vino Huanca Auqui con todos los que seguirle quisieron, retirándose poco a poco hasta llegar a un valle que se llama Cusi Pampa, adonde se paró y estuvo tres años.
Atao Hualpa viendo retirado a su hermano y enemigo, entró en Tomebamba con su ejército y se apoderó della y se fortaleció con mucho cuidado, y como tenía grandísimo enojo con los cañares, por ser los que le habían revuelto con su hermano, empezó a hacer terribles castigos en ellos, y fue con tanta crueldad que hasta las mujeres preñadas hacía abrir por la barriga y sacar las criaturas vivas del vientre y las mandaba matar, diciendo: vuestros caciques fueron los primeros que con mal pecho inventaron este alzamiento, y me movieron e incitaron a que yo me alzase y ahora se han hecho de la parte de mi hermano, pues todos ellos me lo han de pagar. Viendo esto muchos de los cañares, y que era imposible escaparse secretamente, se escondían en cuevas y montes, y otros lugares ocultos, y se fueron huyendo a Cusi Pampa donde estaba retirado Huanca Auqui.
Dicen comúnmente, los antiguos, desta nación de los cañares, que ha sido siempre traidora, revoltosa y embustera, llevando y trayendo chismes, y que por los muchos que llevaron, sin fundamento y con él, a Huascar Ynga de Atao Hualpa [éste] los mandó matar e hizo en ellos la destrucción que hemos visto. Aún ahora tienen la misma costumbre, y de ordinario en las revueltas y diferencias andan a unirse a quien vence, no teniendo más firmeza que la que descubren los buenos o malos sucesos.
Atao Hualpa después de haber ejecutado su saña y hartado su sed en la sangre de los cañares, y concluido el castigo, tornó hacia Quito con gran aplauso y majestad, dejando puesto recaudo en Tomebamba, y en todas aquellas fronteras, conformando aquellas provincias en su amor, parte con beneficios y parte con los castigos que había hecho. Llegado a Quito, y descansado algunos días, entró muy poderoso pujante a la entrada de los quijos o umbos, y aunque por la aspereza de la tierra fue dificultosa la conquista, al cabo los sujetó y domó.
Pensando solamente quedarse con las provincias de la redonda de Quito, con Tomebamba y los huancavilcas y otras naciones que hay por allí, lo trató con sus capitanes y consejeros, diciendo que no quería disensiones ni guerras con su hermano, antes le quería tener por amigo y tener con él paz y quietud, y así aparejaba alguna de la gente que había sacado cautiva de los quijos y umbos, para enviarla presentada y otras cosas, sino que se turbaron con lo que después veremos.
Estando en Cusi Pampa Huanca Auqui, triste de su desastrada fortuna, despachó mensajeros a su hermano Huascar Ynga, avisándole de lo mal que le había ido con Atao Hualpa, y la mucha gente que había perdido en las batallas y cómo se había retirado allí a Cusi Pampa, donde había hecho muchos fuertes y edificios para si Atao Hualpa viniese sobre él estar apercebido y fortalecido. Oyendo esto Huascar Ynga fue increíble la pena que sintió maldiciendo su ventura y echando la culpa de todos los malos sucesos a los que habían dejado en Quito a Atao Hualpa cuando vinieron con el cuerpo de su padre.
En este tiempo, Huanca Auqui, por restaurar las pérdidas pasadas y la opinión perdida en la guerra, hizo la conquista y entrada de los pacamoros, y más le movió e incitó a ello haber tenido avisos que su hermano Atao Hualpa había hecho la jornada de los quijos y umbos, y dijo a sus capitanes: hagamos nosotros otra entrada y no seamos para menos que mi hermano, pues nos ha quedado tan buena gente en nuestra compañía. Así entró a la conquista y ganó dos pueblos y cautivó muchos prisioneros, y queriendo dar algún contento a su hermano Huascar Ynga, que sabía estaba enojado con él, por el mal recaudo que se había dado con Atao Hualpa. Escogió de los más bien agestados y de mejor parecer y más principales, para enviar al Cuzco presentados, y que dellos se informase y supiese las particularidades de su tierra.
Los pueblos comarcanos, como vieron la destrucción que a sus vecinos había sucedido y que la gente del Ynga les entraba en sus tierras, hicieron Junta General de todos y allí trataron que, hechos a una, diesen sobre Huanca Auqui y lo destruyesen y echasen de sus términos. Habiéndolo concertado con todo el silencio del mundo, se juntaron cerca de donde Huanca Auqui estaba alojado y dieron de repente sobre él por todas partes y con la repentina y alboroto que los cogieron los desbarataron y mataron a muchos e hicieron huir a Huanca Auqui, y les quitaron los prisioneros que tenían para enviar al Cuzco y los siguieron con grandísima determinación toda una noche y un día, sin descansar ni darle lugar a que se reparasen en algún puesto, hiriendo y matando en ellos, y como era tierra fragosa y áspera pudieron, como tenían más noticia della que los de Huanca Auqui, hacer a su salvo infinita matanza en el alcance, que duró hasta los paltas, donde los dejaron.
Retirado desta suerte Huanca Auqui, maldiciendo su suerte, que tan contraria le era en todo lo que pretendía y ponía a la mano, estuvo algunos días allí, hasta que los pacamoros, no contentos con lo pasado, se atrevieron a salir de sus tierras y venir en busca de la gente del Ynga que estaba en Cusi Pampa alojada, y una noche dieron en el Real de Huanca Auqui y le mataron alguna gente al principio. El Real se puso en arma y usando Huanca Auqui de prudencia y presteza ordenó su ejército y revolvió sobre los pacamoros y los hizo retirar y salió en su seguimiento por tomar venganza de su atrevimiento, y fue tras ellos y se dio tan buena maña que los mató casi a todos que muy pocos se escaparon de sus manos. Enojado Huanca Auqui del daño que le habían hecho cuando dieron la primera vez sobre él, determinó de entrar a conquistarlos de una vez, con todo el ejército que allí tenía, y concluir aquella
jornada.